miércoles, 13 de mayo de 2009

Fútbol divino

La pasión de los argentinos a lo largo y ancho del país puede compararse con la religión. Historias de dioses, mesías, traidores, hazañas, derrotas de “Goliat”, victorias de “David”, milagros, personas queridas, villanos y lugares sagrados.

Un jugador despertó devoción y excedió los límites de los estadios para, fanatismo mediante, convertirse en un Dios de los futboleros. Una persona a la que muchos le oraban y pedían, que según varios murió y resucitó, y que también hizo llorar a otros tantos. Quienes vieron jugar a Diego Maradona señalan que hacía milagros con la pelota y que dentro de la cancha realizaba acciones de otros mundos, cosas de marcianos. Seguramente, cuando hablen de sus epopeyas en un futuro lejano, pocos las crean y su figura se transforme en un mito.

También tienen su historia los que estuvieron AM (Antes de Maradona) y llevaron al fútbol argentino hacia la “Tierra prometida”, a estar entre los mejores y ser reconocido en el mundo. Ermindo Onega, Angel Labruna, Guillermo Stábile, Alfredo Di Stéfano, Carlos Peucelle; son sólo algunos de los que marcaron el camino del estilo albiceleste, caracterizado por la gran técnica y picardía, y que llenaron las canchas en los primeros 40 años de fútbol profesional.

Durante el Mundial de Italia, en 1990, no fueron pocas las casas en las que se hicieron mini-santuarios, pero en vez de estampitas de vírgenes o santos, habían fotos de los jugadores de la Selección argentina, y en especial de Sergio Goycochea, para rogar que ataje alguno de los penales de yugoslavos e italianos, y más aún el tiro sobre la hora en la final frente a Alemania.

Así como los creyentes van a la iglesia cada domingo, los hinchas concurren a la cancha. Ese santuario sagrado es el lugar hacia donde efectúan procesiones para ir a la misa dominguera semana tras semana, y realizan los cánticos futboleros, descargan emociones y expresan sentimientos que acumulan en la semana, suplican, piden, lloran, ríen y, también, se abrazan con desconocidos.

Muchos sentimientos atraviesan el apasionado fútbol criollo, un resultado determina la alegría con la que se afrontará la semana o la tristeza que perdurará hasta la próxima fecha. Y por eso, cuando gira la pelota, los argentinos, fieles del buen juego, interesados por el espectáculo y no por el negocio, están pendientes de lo que pasa en las canchas.

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