viernes, 15 de mayo de 2009

El hombre vive de sueños

Pobre no es el hombre cuyos sueños no se han realizado, sino aquel que nunca sueña.

Marie von Ebner-Eschenbach

Muchas son las personas que persiguen un sueño desde chicos. No son pocos los que imaginan ser jugadores de fútbol para poder llegar al mismo lugar que sus ídolos de la pelota, mientras que otros desean ser policías y médicos, para ayudar a las personas, o también algunos quieren ser docentes, arquitectos, abogados.

En el largo camino que comienza a partir de que a uno se le cruza por la cabeza ese sueño que lo desvela y apasiona, y por el cual es capaz de pasar su vida para tratar de alcanzarlo, se deben superar muchos obstáculos. Y no todos son capaces de traspasar las dificultades para poder llegar a su tan preciada ilusión.

En la manera de enfrentar esas trabas que se presentan a lo largo del camino es donde se pone de manifiesto la personalidad de cada persona y la importancia que tiene para cada una el poder cumplir su sueño. Están los que piensan que tienen mala suerte y que por eso nunca lograrán alcanzar su meta y se rinden ante los primeros escollos. También existen los que se dejan vencer al pensar que su línea de llegada está demasiado lejos, que es imposible alcanzar la meta y que por más que se esfuercen y avancen, nunca lograrán cumplir su deseo.

Otros sólo esperan a que su sueño aparezca de la nada y, sin ningún esfuerzo, haber alcanzado ese objeto tan preciado. Muchos de ellos no disfrutan el haber logrado lo que en un principio fue una utopía, ya que poco hicieron para lograrlo y poco también van a hacer para retenerlo.

La ilusión de Santiago, personaje inventado por el escritor Ernest Heminguay para ser el protagonista de su novela “El viejo y el mar”, no es tener mucha plata, ni conseguir fama, ni viajar por el mundo. Sino que en su sueño desde chico fue pescar un gran pez.

El viejo pescador, que nunca se dio por vencido y cumplió su sueño luego de muchos años, supo aprender, en su larga vida a bordo de los barcos, que hay malas rachas, que nunca hay que perder las esperanzas, que algún día la suerte vay a cambiar y que las oportunidades no se presentan seguido, por lo que hay que estar preparado para no dejarlas pasar cuando llegan.

Los sueños muchas veces pueden ser utópicos y difíciles de realizar, pero se mantienen vivos a través de los años en la mente de cada uno, y a su vez hacen sentir vivo a su soñador, que a pesar de las adversidades, siente que vive por algo y no pierde nunca la esperanza de que algún día podrá alcanzar la felicidad al cumplir la ilusión que persiguen desde que son niños.

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